domingo, 14 de noviembre de 2010

Nueva traducción de la saga de Teodorico

Compuesta en Bergen (Noruega) durante el reinado de Hákon IV (1217-1263), es una de las obras más emblemáticas e importantes de la literatura germánica medieval. En ella se recoge a modo casi enciclopédico una serie de leyendas de origen básicamente alemán, estructuradas en torno a la figura central del célebre rey ostrogodo Teodorico el Grande.
Recordemos que el gran Teodorico, fue quien comando a los visigodos en Hispania contra los suevos. A quienes arrincono en el norte de Portugal. Venciéndoles en la batalla de río Orbigo. Haciéndose cargo del reino de los visigodos. No en vano el también era un gauta, un godo del este Se trata, en definitiva, de una obra fundamental de amena lectura que no sólo registra una rica información procedente de fuentes ya perdidas u ofrece interesantes versiones de otros relatos épicos conservados, sino que también constituye la única narrativa global que existe en la literatura del medievo sobre la vida y destino de uno de los monarcas más legendarios de todos los tiempos junto con Carlomagno y Arturo de Bretaña".

lunes, 8 de noviembre de 2010

Tius el dios de la guerra

Las referencias que tenemos del dios de la guerra de los godos, nos llegan a través de los textos romanos. No pocos autores de hoy en día, identifican al dios padre original de los godos con Tius, cuyo culto en algún momento dado de su desconocida y oscura historia mitológica, fue sustituido por Gutan. No hemos de entender no obstante, que Gautur no fuera conocido entre los getas. Seguramente, este dios fuera lo que siempre fue, es decir; un dios padre de la raza. Pero no gozó de la categoría de deidad principal. Cuyo cargo ostento en los primeros años el dios Marte / Tius.
Tius, no es otro que Tiwaz o Tyr. Dios de la guerra a la par que justiciero. Un dios de honor y las causas justas. Es precisamente Jordanes, quien identifica a Tius con el Marte de los romanos en su libro: Origen y gestas de los godos. Del que describe un sangriento ritual que los godos realizaban en su nombre,... en el nombre de Marte.

.. Hasta tal punto fueron alabados los getas, que dicen que nació entre
ellos en tiempos remotos Marte, al que la falsedad de los poetas proclama dios de
la guerra, y así dice Virgilio:

El padre gradivo (Marte) que gobierna los campos géticos.
Los godos aplacaron siempre a Marte con un culto crudelísimo, pues le sacrificaban como víctimas a sus prisioneros, pensando que el modo más indicado de aplacar al dios de la guerra era con el derramamiento de sangre humana. A éste le ofrecían las primicias de sus botines, en su honor colgaban de los troncos de los árboles los despojos, y tenían más arraigado su culto que el de las restantes divinidades, ya que les parecía que su devoción por este dios era la que se debía tributar a un padre ..
Jordanes – Origen y gestas de los godos

Como podemos apreciar en este escrito clásico, el dios Marte o Tius en godo, fue una deidad importante a la que los gautas ofrecían sacrificios humanos cuyos despojos colgaban en los árboles. Tradición esta que recuerda muchísimo también a la gala descrita por Lucano en su Farsalia:

.. Y aquellos galos que se hacían propicios con sacrificios humanos a los despiadados dioses Teutates(Marte)), Esus y Taranis, ante cuyos altares el visitante se estremece ...

Lucano – Farsalia-

O la no menos espectacular:

Los leñadores llegaron hasta un magnifico bosquecillo sagrado. Sus ramas entrelazadas rodeaban un frío espacio central en el que nunca brillaba el sol, pero donde abundante agua manaba de oscuros manantiales... los dioses bárbaros que aquí eran adorados tenían sus altares colmados de horribles ofrendas, y los árboles estaban salpicados de sangre humana.. Nadie se atrevía a entrar en ese bosquecillo excepto el sacerdote; e incluso él permanecía fuera al mediodía, y entre el alba y el crepúsculo – por miedo a que los dioses pudieran salir a tales horas
Lucano – Farsalia

Las semejanzas son mas que notorias. Godos y Galos, hacían sacrificios humanos a los dioses en los bosques de sus naciones, donde colgaban los miembros troceados de las victimas en honor a su trinidad divina, entre los cuales estaba el dios Teutates (Marte). Esta semejanza del culto a los dioses entre germanos y celtas, no hace mas que demostrar la teoría sobre la similitud y posible origen compartido de ambas mitologías, fruto de la fusión de ambos pueblos en las zonas fronterizas.
Sea como fuere, parece bastante evidente que el dios Tiwaz, gozó de una importancia notable para el mundo de los godos. Incluso los propios romanos, decían que el pueblo godo procedía del dios de la guerra. También se nos habla de un ritual en honor al dios Tius, mediante el cual se ofrecía sangre, derramada desde un cuenco, a un montículo donde una espada clavada simbolizaba al espíritu del dios. Nuevamente el culto a la espada clavada de los pueblos bárbaros godos y alanos.
Ya hemos dicho lo que representa el dios Tius, la guerra. Es un dios guerrero, de la victoria, de lo justo en la batalla, de la gloria, del honor. Al que rendir culto con sacrificios en gratitud por la victoria conseguida. No olvidemos que entre los godos, se ofrecía parte del botín de guerra al dios, acompañado del sacrificio de los prisioneros.
Curiosa tradición esta germánica, que tiene un paralelismo cientos de años después, cuando un nuevo godo. Ramiro I rey de Leon. Tras la victoria en la batalla de clavijo, decide imponer un voto (tributo) al apóstol Santiago matamoros. Precisamente en gratitud por la victoria en dicha batalla contra los moros. Así pues, desde ese momento, se pactó con el santo, la entrega anual de una parte de las mejores cosechas (sacrificio). Y del pago de parte del botín obtenido en cada una de las batallas ganadas a los moros. Antropológicamente, una vez mas la estirpe goda realizaba una tradición cultural de su pueblo. El pago de botín en gratitud a su dios de la guerra; Antaño Tius / Marte, mas tarde ya cristianizados, Santiago Matamoros, el hijo del trueno.
Teolfo Rodriguez

Viviendo como godos

Grupo de recreacion historica español, Regia Gothorum. Recreando la Hispania de los godos del siglo VI - VII. Marcha de los godos por Aragon

sábado, 6 de noviembre de 2010

La Gallaecia de los godos

Se suele hablar comúnmente de la Gallaecia de los suevos, en parte por intereses políticos identitarios diferenciales de los gallegistas. Muy interesados últimamente en recuperar una identidad sueva que les haga diferentes y únicos.
No vamos a entrar a discutir la existencia de los suevos en los territorios de Gallaecia. Aunque quizás tendríamos que empezar a definir primero que es Gallaecia, y que entienden los gallegistas hoy en día por Gallaecia.
Si como Gallaecia entendemos la vieja provincia hispana de administración romana compuesta por las actuales provincias de Asturias, León y Galicia. Veremos que poco o nada de suevos tenemos. Ya que ni Asturias, ni Leon, fueron asentamientos serios de los monarcas suevos. Quienes únicamente ocuparon esos territorios en correrías para la defensa o tributo, para y del territorio. Esto es fácilmente demostrable, ante la total ausencia de arqueología sueva en nuestros territorios (Asturias y Leon). Que junto con la escasa población de dicho pueblo germánico, unos 20.000. Asentados o mas bien atrincherados entorno a su capital situada en el norte de Portugal. Hace muy poco probable que sus genes se extendieran mas allá de su núcleo central habitado.
Me atrevería a decir, y así es mantenido hoy en día por algunos historiadores en Galicia. Que las poblaciones de la actual provincia, permanecieron aisladas de la sangre sueva. Exactamente igual que sucedió en Asturias y en Leon. No así en las zonas del norte de Portugal, donde por razones evidentes, los suevos sí influenciaron mínimanente en las gentes de las comarcas.
Y es que los viejos galaicos, vieron a los suevos como invasores cerrados y aislados de la población, con la cual mantuvieron muy poco contacto mas allá del estrictamente necesario para tributar o guerrear.
Causa que se acentuó mucho mas, al perder el dominio ante los godos tras la batalla del río Orbigo. Siendo su caudillo Requiario derrotado en Astorga y perseguido hasta su muerte en la ciudad de Braga (Portugal), donde tenían la capital del reino los suevos.
De tal forma, el norte de España: Galicia, Asturias y Cantabria. Fueron lugares muy poco romanizados, y a su ver muy poco germanizados. La visigotizacion de estas tierras, llegaría años después, tras la invasión de los musulmanes.
Con la inmigración de cientos de nobles visigodos hacia el norte, toda la cuenca cantábrica se vio afectada.
Muchos nobles godos, junto con hispano romanos, decidieron convertirse al Islam, para de esta forma no perder sus posesiones. Lo que fomento la asimilación de nuevos nombres árabes por los hispano godos, como marca la tradición del Islam. Según la cual, todo convertido a la religión de mahoma, ha de cambiar su nombre cristiano o pagano, adoptando uno nuevo como musulmán.
Otros muchos por el contrario, viajaron hacia las zonas libres, desde donde organizaron pequeñas resistencias. Las principales zonas de influencia, fueron: Asturias, Cantabria, País Vasco, Pirineo Aragonés y Cataluña. Desde esas tierras, nobles godos con mini ejércitos, pactaron con las poblaciones locales y crearon focos de resistencia que terminarían por transformarse en reinos.
Unos cálculos generales de la población visigoda en el 711, año de la invasión musulmana. Mantenían la posibilidad de que ésta fuera de un millon de godos. Los cuales habitaron principalmente las zonas comprendidas entre Toledo y Burgos. Los campos góticos hasta Leon. Extendiéndose en menor medida por el alto Aragón y Navarra, hasta terminar en otro gran foco de influencia como fue la Septimania (Aproximadamente la actual Cataluña).
El porque los pueblos del norte cantábrico, con los que hasta hace tres días guerreaban los godos. Hicieron piña y se juntaron en un único frente de resistencia, aceptando además que la sangre germánica fuera la que les guiara en esta nueva empresa. Es incluso a día de hoy un misterio al que solo arrojan hipótesis los historiadores.
La realidad es que por alguna razón, astures y cantabros, quienes habían luchado contra los godos con feroz resistencia. Se aliaron a estos sin rechistar tras la invasión musulmana.
Desde ese momento, la zona que comprendía a la vieja Gallaecia romana, y que los godos continuaron manteniendo como división de territorialidad administrativa bajo el mismo nombre. Pasó a ser la zona fronteriza de resistencia. Los moros continuaron refiriéndose a ella como Gallaecia, no porque tuviera una connotación étnica ni nada semejante. Sino por que los propios godos continuaban llamándola y nombrándola como Gallaecia, por clara influencia romana. Es decir, Gallaecia había sido una provincia administrativa romana, y a su vez había sido una provincia administrativa del reino visigodo. Razón por la cual en numerosos mapas aparece la referencia de Gallaecia, como territorialidad donde se asentó el reino de Asturias de ascendencia visigoda
Todos los reyes de la resistencia asturiana fueron godos... godos de Gallaecia. Y tras trasladar la capital de Oviedo a Leon. Esos mismos godos, siguieron siendo reyes de Gallaecia, en tanto y cuanto no habían dejado de nombrar a esa provincia como la que que fue por tradición. Eso si, desde hacía bastante tiempo bajo dominio de las nuevas monarquías visigodas de ascendencia toledana. Que forjaron tras la reconquista el reino de Asturias y reino de León.
Desde esa nueva Gallaecia foco de la resistencia, una nueva fuerza emergente de raza gótica encabezada por Pelayo, sus nobles y con la ayuda de la población nativa de Asturias de ascendencia étnica celto asturleonesa. Comenzaron a reconquistar y guerrear contra los musulmanes. Reconquistando con el tiempo Galicia (no confundir con Gallaecia) en manos del califato de Omeya. Anexionándola así a la corona neo goda de Asturias, en la provincia hispana de Gallaecia (repito, no confundir con Galicia)
Por tanto, la liberación de Galicia, fue obra de guerreros celto astures y de noblezas guerreras gardingas visigodas asentadas en las montañas del cantábrico. De igual forma que la creación y liberación de lo que años mas tarde seria Castilla. Correspondió igualmente a poblaciones celto cantábricas, aliadas igualmente con cantabro-astures y nobles militares germánicos. Que primero crearon el ducado de Cantabria, que a su vez daría origen al condado de Castilla.
Teniendo en cuenta que la población sueva en Galicia fue mínima, y en Gallaecia (Asturias, León y Galicia) casi inexistente. Teniendo en cuenta que la población central del reino suevo de Gallaecia, no estuvo en Galicia sino en Braga (norte de Portugal). Y que en esa zona solo existieron 20.000 suevos, una población infinitamente inferior a la nativa.
Podríamos decir con una casi total garantía, que la población galaica de Galicia, permaneció “virgen” en los tiempos de los monarcas suevos, y que la inyección de sangre germánica que les llegó. Fue años mas tarde con la entrada de las poblaciones godas de Asturias, su repoblación y su asentamiento.
Cave por tanto quizás mas lógicamente hablar de una Galicia de los godos, que de una Galicia de los suevos. Aunque esto, no guste para nada al independentismo.Quienes se aferran a la mitología étnica sueva, para basar una diferencia con los estados próximos a sus fronteras.
Teolfo Rodriguez


jueves, 4 de noviembre de 2010

Mapa tactico de la batalla de los campos Catalaunicos

En el mapa se puede apreciar con claridad, como el grueso de la poblacion visigoda, se asento en las tierras de Aquitania. En total un numero superior a unos 200.000 hombres y mujeres

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Espadas visigodas

Los objetos arqueológicos, como pueden ser las espadas visigodas, nos aportan verdadera información sobre la vida de nuestros antepasados, sus costumbres, trabajos, guerras, enterramientos, etc.
Se sabe que los visigodos, junto con sus primos los ostrogodos, llegaron a las fronteras del Imperio Romano huyendo de los Hunos. Un trágico error romano les dio la victoria en la batalla de Adrianópolis y desde entonces formaron parte del mundo romano, ayudando con sus guerreros a Roma.
Así, el periodo visigodo abarca desde Leovigildo (572-586), considerado fundador de la monarquía visigótica en España, hasta que en 711 son derrotados por los moros en la batalla del Guadalete. Pero podemos juzgar por la escasa aparición de espadas visigodas que no fue un período demasiado bélico. Conocemos las guerras visigodas con los alanos y los vándalos. Entre los arrianos y los cristianos durando éstas hasta que Recaredo renuncia al arrianismo convirtiéndose al cristianismo, sin resultarle muy difícil, puesto que sus leyes y formas de vida no se alejaban mucho.
Los objetos arqueológicos, como pueden ser las espadas visigodas, nos aportan verdadera información sobre la vida de nuestros antepasados, sus costumbres, trabajos, guerras, enterramientos, etc.
Se sabe que los visigodos, junto con sus primos los ostrogodos, llegaron a las fronteras del Imperio Romano huyendo de los Hunos. Un trágico error romano les dio la victoria en la batalla de Adrianópolis y desde entonces formaron parte del mundo romano, ayudando con sus guerreros a Roma.
Así, el periodo visigodo abarca desde Leovigildo (572-586), considerado fundador de la monarquía visigótica en España, hasta que en 711 son derrotados por los moros en la batalla del Guadalete. Pero podemos juzgar por la escasa aparición de espadas visigodas que no fue un período demasiado bélico. Conocemos las guerras visigodas con los alanos y los vándalos. Entre los arrianos y los cristianos durando éstas hasta que Recaredo renuncia al arrianismo convirtiéndose al cristianismo, sin resultarle muy difícil, puesto que sus leyes y formas de vida no se alejaban mucho.
El armamento de los pueblos germánicos era muy simple pero efectivo: lanza de acometida de unos dos metros de longitud con punta y contera de hierro, espada larga tipo celta de hierro (conocida como espada visigoda), escudo plano con forma ovalada o rectangular de madera y como protección, yelmo y cota de malla de hierro. Como todos los pueblos germánicos y similares, los godos no eran demasiado partidarios de la protección personal, también influía en que una cota de malla era muy costosa, y de hecho pocas unidades romanas la seguían utilizando. Como particularidad, los godos, al igual que otros pueblos germánicos, utilizaban un hacha arrojadiza, la famosa "francisca".
 La caballería visigoda era, como en todos los ejércitos germanos, un complemento táctico, que en Adrianópolis fue de gran importancia, pero a los romanos los derrotaron los infantes godos, no sus jinetes que, de hecho, acabaron combatiendo desmontados. Cosa típicamente germana, como no podía ser menos.

Espadas visigodas encontradas en España. Actualmente en el museo arqueológico de Madrid

Viviendo como godos

Representación de un soldado de infantería visigodo de la tardo antigüedad al servicio del imperio romano o de nobles romanos. Grupo recreacionista Leetagia de la Alsacia francesa 

En torno a la visigotización de la provincia Palentia

Desde que en el año 456 Teodorico el grande venciera a los suevos en Astorga y un ejercito godo quedara asentado en la parte occidental de la Península, puede decirse que la ocupación militar visigoda de Hispania se había efectuado. De una nueva oleada de asentamientos deja constancia la Crónica Caesaraugustana al decir que entre los años 494 – 497, periodo en el que Eurico se consideraba dueño de una parte de nuestro país, se produjo una nueva penetración de godos. Aunque no con la intensidad que presento la que posteriormente tuvo lugar después de la destrucción del reino Tolosano en Vouille (A. 507), momento en el que comienza la historia propiamente hispana del reino visigodo.
Una vez iniciada en la Península la etapa del gobierno visigodo, la provincia de Palencia se ve reflejada en ella a través de los tipos de testimonios: por un lado aquellos de índole material que tienen su expresión en la carta arqueológica de la provincia, y por otro, los de tipo literario, preferentemente las actas de los concilios celebrados durante la monarquía visigoda que, a través de sus suscripciones pondrán de manifiesto la evolución de la sede palentina durante este periodo de su historia.

Fíbulas visigodas

Fibula visigoda con motivos zoomorficos, muy posiblemente relacionados con las creencias y tradiciones paganas en época cristiana. Amuletos, toten, y simbología que aun en tiempos cristianos, seguían aludiendo al misticismo del animal como tótem de poder, fuerza o valor. Muy posiblemente en estrecha relación con el mundo espiritual de la protección.
En la fibula puede verse con total claridad la cabeza de un animal fiero, quizás un lobo (wulfs en gótico) o un oso (Baira - Bera) en godo.
Las piezas fueron encontradas en una necrópolis de Berlanga (Soria), encontrándose actualmente en el museo arqueológico episcopal de Vic en Cataluña.
Tristemente y posiblemente por la incipiente catalanizacion y manipulación que se esta haciendo de la historia en esa bella y hermosa tierra de godos que fue Cataluña. No hay ningún cartel explicativo que haga alusión a la procedencia soriana de las fibulas. El lo que para nosotros es un claro ejemplo e intento de romper toda vinculación de Cataluña con el resto de España.
El tesoro de la necrópolis se componía de tres fibulas, siendo dos de ellas hebillas de cinturón, y la tercera de arco

martes, 2 de noviembre de 2010

Westgothia

Spatha, las espadas visigodas

La Spatha era un arma blanca empleada por el ejército romano durante el periodo de decadencia e invasiones bárbaras. Se originó en el siglo I a partir del gladius usado por la infantería, otorgándosele mayor tamaño (70-100 centímetros de hoja) para que pudiera ser usado de forma eficaz por la caballería. Posteriormente (siglo IV) la spatha fue adoptada también por la infantería romana, a imitación de los guerreros bárbaros germanos, que usaban espadas largas y pasó más tarde a los pueblos bárbaros tanto aliados como invasores. A diferencia del "gladius" usado anteriormente, que era sobre todo un arma de apuñalamiento a corta distancia, la spatha al ser más larga y pesada permitía mantener una mayor distancia con el enemigo y era más de golpear dando tajos, esto refleja el cambio en las tácticas del soldado romano, que durante la decadencia perdió la agresiva búsqueda del asalto cuerpo a cuerpo de épocas anteriores. El modelo siguió usándose en el norte de Europa durante varios siglos después de la caída de Roma, siendo empleado incluso por los vikingos entre el año 800 y el 1100.
Por su forma y tamaño, la spatha es el eslabón evolutivo entre el gladius romano y la espada medieval. La palabra "espada", de hecho, proviene del nombre de la spatha.

Dibujando visigodos

Así fueron los visigodos. En esta representación vemos un caballero godo y un guerrero de infantería. Con equipación guerrera de inspiración sarmata. Pueblos contra los que los godos lucharon a la par que convivieron durante sus asentamientos en el este de Europa.

La cruz visigoda como lábaro de la reconquista

De entre los símbolos más importantes utilizados durante los primeros tiempos de la Reconquista destaca la cruz de brazos trapeciales e iguales, llegada a nuestros días como principal emblema heráldico de Asturias, y primitivo lábaro de la reconquista, adoptado por los reyes asturianos como emblema de la monarquía junto a otros modos y costumbres visigóticas «pues en mostrarse heredera de estos visigodos residía su más prestigiosa razón de ser».
Es conocida por los historiadores e investigadores de esta parte de la historia la aspiración por parte de los monarcas asturianos de restablecer la continuidad visigoda en el naciente enclave, cuna de los posteriores reinos de León y Castilla que finalizarían la reconquista europea del territorio de la península ibérica a los moros, iniciado por sus antepasados de estirpe goda desde la primera llegada de aquellos. Ya uno de los primeros monarcas asturianos, Alfonso I, que reinó entre el 739 y el 756, quien fuera yerno de Pelayo –a su vez de la estirpe real de Kindaswindus, y espatario del rey Egik–, primer rey neogodo elegido al estilo germánico, elevándolo sobre su propio escudo por sus más nobles guerreros, y que arrojó a los moros de Galicia y de León, se vanagloriaba de ser de «stirpe regis Recaredi et Ermenegildi». Por su parte, su nieto Alfonso II afirmaba en el Epítome Ovetense del año 883, también llamada Cronicón Albeldense «omnem gothorum ordinem sicuti Toleto fuerat, tam in ecclesiam quam palatio in Oveto, cuncta statuit» («todo el orden de los godos tal como existió en Toledo quedó instituido en la Iglesia y la corte de Oviedo»), y es en dicha crónica tal como apunta Hernández Sáez en Las Castillas y León, teoría de una nación, donde se califica también a la relación de monarcas astures como «Ordo Gothorum Ovetensium Regum» («relación de los reyes godos de Oviedo»), pues como apunta Gonzalo Menéndez Pidal en su artículo «El lábaro primitivo de la reconquista», «en mostrarse heredera de estos visigodos residía su más prestigiosa razón de ser». Por ello, los modos, costumbres, textos refundidos de la época toledana, rituales y símbolos visigodos se perpetúan en Silos, Cardeña , San Millán y otros centros durante los primeros siglos de la reconquista hispánica. Por su parte, en los nacientes reinos peninsulares –en todos, no sólo en el asturiano–, el rito godo dentro de las costumbres religiosas continuó en vigor hasta el año 1071 fecha en la que el legado del papa Alejandro II, Hugo, fue a San Juan de la Peña y en presencia del rey Sancho Ramírez de Aragón y de toda su corte, obispos y abades, celebró la primera misa pascual conforme al rito romano, originando con ello toda una reforma en la que fue preciso copiar miles de códices para asegurar la difusión de la nueva liturgia, sustituyéndose la letra gótica, en vigor hasta esas fechas, por la carolina, y modificándose el calendario litúrgico y el santoral. También en el campo de la lingüística, la onomástica o el de la legislación, o bien en el mundo de la literatura de los nacientes reinos peninsulares permaneció un legado visigótico nada desdeñable. En definitiva, «la impronta visigoda está grabada en muchas instituciones medievales y en la epopeya castellana». Y en esta campo, es la cruz cómo lábaro de la Reconquista, una importante seña de identidad de la monarquía visigótica que continuó como tal entre las aristocracias germánicas que iniciaron la reconquista tal como veremos a continuación.
Tan sólo unos años antes de la batalla de Covadonga, la península ibérica en su totalidad se hallaba bajo el poder del reino visigodo de Toledo, y destacando entre los símbolos godos se encontraba la cruz, antiguo símbolo visigótico representado en numerosas ocasiones de una forma particular, normalmente con brazos iguales, tal como consta en los templos visigóticos de los antiguos reinos de Tolosa y Toledo, y quedando dicha cruz para la posteridad en los emblemas heráldicos de los diversos reinos y condados que devinieron durante la Edad Media procedentes del de Toledo. En la península ibérica, entre las piezas visigodas halladas en los tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno se cuentan nunerosas cruces votivas con inscripciones, presencia constatada también en el Liber Ordinum, o en importantes joyas artísticas como la corona de Recesvinto. García Volta, destaca en su obra El mundo perdido de los visigodos , la afición de este pueblo de depositar en los altares cruces junto a otros motivos artísticos. Sabemos además por otras fuentes documentales como dice Blanco Torviso, que junto a las representaciones geométricas, vegetales y zoomórficas –repetidas en el llamado «arte asturiano»– destacaban en los templos visigodos resplandecientes elementos suntuarios, «especialmente cruces y coronas votivas». También Fernández Conde y Santos del Valle inciden en que «el mundo tardorromano y visigodo estaba mucho más cercano. Por eso, nada tiene de extraño que las grandes iglesias hispanogodas del siglo VII –San Juan de Baños de Cerrato, San Pedro de la Nave, Santa Comba de Bande, y hasta la misma Quintanilla de Viñas– presentan similitudes estilísticas notorias con la fundación de Silo en su corte asturiana». Ya en tiempos del rey Don Favila, se levantó sobre un dolmen en Cangas de Onís, una de las primeras iglesias cristianas tras la invasión musulmana, llamándose precisamente de la Santa Cruz, observando con ello Besga Marroquín que «si la vinculación de la Santa Cruz con la monarquía asturiana es patente desde el reinado de Favila, no lo es menos con el pasado visigótico», ya que según Menendez Pidal de Navascues, «de todos los pueblos germánicos, solo entre los visigodos se halla este uso de la cruz; (…).Tal signo o emblema de la monarquía visigoda se refuerza por su probable uso como enseña de las milicias reales, llevada la cruz de modo visible, sostenida por el asta, uso que veremos continuado por la monarquía asturiana», añadiendo Besga Marroquín, que «éste debe ser tenido como un elemento más que vinculado al naciente poder en Asturias con el elemento visigodo»
Por su parte el rey Alfonso II, «de quien el Epitome Ovetense dice que restauró los modos del Toledo visigótico, tanto en palacio como en la Iglesia», mandó labrar una extraordinaria cruz votiva con la forma usual entre los visigodos, es decir, brazos trapeciales e iguales, como los representados en Guarrazar, San Juan de Baños, el tablero de Alcaudete u otras muestras del arte visigótico. Es la conocida como Cruz de los Ángeles.
También Alfonso III ofreció a la recién construida basílica de Santiago otra cruz similar, ofrecimiento que se repite con sus descendientes Alfonso III y Ramiro II, ya en el 940.
Por ello, como indica Menéndez Pidal en el trabajo citado «…las cruces conservadas “de los ángeles”, de Santiago y de la Victoria –o la llamada «cruz del secreto» tal como aparece figurada en un pilar visigodo, similar a la de la victoria, con el alfa y el omega– «se nos ofrecen como supervivencias que testifican de qué manera aquella costumbre visigótica, según la cual los reyes ofrecían como dones cruces preciosas a sus iglesias, siguió siendo practicada por los reyes asturianos deseosos de persistir en los modos toledanos», costumbre que pervivirá al menos hasta el siglo XIII. Por su parte, el Liber ordinum en sus diversas ediciones nos describe con todo detalle como el rey visigodo-asturiano era recibido por el obispo y el clero en la iglesia pretoriana, recepción en la que era protagonista la cruz como estandarte victorioso de combate, y en la que acabado el ceremonial los caballeros recibían de manos del sacerdote los estandartes. «De donde resulta que la cruz era lábaro de los reyes visigodos y lo siguió siendo de los asturianos, acorde con lo cual quedan bien justificadas las inscripciones de las cruces de Alfonso II y Alfonso III».
Siguiendo a Menéndez Pidal conocemos que «La vieja tradición española parece haberse distinguido en ciertas peculiaridades: En Santa María de las Viñas un ángel y la figura central de un capitel, actualmente suelto, empuñan cruces de brazos trapeciales e iguales, en una de las cuales se ve claramente el mango que entesta con el pie de la cruz. Ambas van empuñadas con una sola mano y no con dos. En la miniatura de los Beatos, el Ángel de los Vientos marca a los elegidos con una cruz enmangada. Pero la más completa imagen de cómo este lábaro visigótico asturiano era llevado a la guerra, nos la da el estandarte de San Isidoro de León, que en pleno siglo XIII aún representa al santo de Sevilla galopando en corcel que monta con silla de guerra de altos borrenes llevando en la mano derecha una cruz gótica empuñada de igual modo a como lo hace el ángel visigodo de Santa María de Lara o el Angel de los Vientos en los Beatos mozárabes. Así se dice que apareció San Isidoro en el cerco de Baeza; así iría antes los reyes ovetenses o toledanos, el clérigo a quien el rey entregaba la cruz al partir para la guerra desde la Basílica pretoriana, centros ceremoniales donde el rey toma la cruz para partir a la guerra, , basílica en la cual se reunieron de 653 a 702 al menos seis de los grandes concilios toledanos, y en la cual fue ungido Wamba en el 672. Basílica pretoriana también se llamó en Toledo a la de Santa Leocadia. Llevarían título de pretorianas por ser las de la guardia real, por eso en ellas se celebraba la ceremonia de tomar el rey la cruz para la guerra .
Todavía de Alfonso III se refiere como encargó al conde Hermenegildo Gutierrez someter al rebelde Vitiza, y como le combatió con su gente y “cum omnibus militibus palatii”. Esta militia palatii evidentemente ya no osaba llevar el titulo de pretoriana , pero sin duda quería heredar la tradición toledana, y por eso era tenida como nervio de ese ejército permanente que en tantas cosas se consideraba continuador de las tradiciones visigóticas. Esa basílica palatina tendría en Oviedo una basílica preferida para su ceremonial castrense», función no del todo reconocida, o bien semiocultada, en nuestros días por parte de la historiografía oficial, aunque la estructura y emplazamiento del monumento no deje de confundir a muchos historiadores y arqueológos. Sabemos por las crónicas del siglo IX que en Naranco construyó Ramiro I un edificio y una aula regia con baño, pero en ella además de la estancia que ha sido definida como baño existió un ara consagrada a Santa María en el 848 con uso circunstancial de lo que podríamos llamar basílica pretoriana o de la milicia palatina. Y es en el interior de la sala principal de este interesante monumento, donde se pueden apreciar, tal como incluimos en las ilustraciones de este trabajo, la cruz de la que estamos hablando junto a otros motivos que nos remiten a simbologías solares guerreras. Cuando la visitamos, pensamos que no es difícil imaginar el interior de Santa María del Naranco ocupado por guerreros visigodos asturianos junto a su rey. No hay más que estudiar sus detalles con detenimiento. Definitivamente ni es un palacio ni una iglesia.
Por otra parte, siguiendo con Asturias también podemos detectar esta continuidad visigótica en los símbolos de la comunidad de lucha con voluntad de reconquista surgida en el primitivo reino astur, en todo cuanto hace referencia a la continuidad familiar o de linaje, no sólo en el caso de la familia real sino entre los más antiguos linajes asturianos, la mayoría de estirpe goda. Los símbolos de la cruz junto a otros no menos visigóticos como el águila aparecen pintados en numerosas muestras heráldicas de entre las más hidalgas familias asturianas. Tirso de Avilés en su obra Armas y linajes y antigüedad del principado nos habla de apellidos como Fonfría del que recoge «de Recaredo, rey godo, es cierto que descendía el linaje de Fonfría», o de los Noriega «Los de este linaje y apellido son buenos hidalgos, y tan antiguos que se tiene por cierto que vienen del infante Pelayo y se llamaban Infanzones antiguamente teniendo su solar en el valle de Riva de Sella en las Asturias de Santillana. Traen por armas las que tomó dicho infante cuando comenzó a echar a los moros de Asturias que son en azur una cruz que llevó como estandarte y bandera». Y es que, como afirma Jesús Evaristo Casariego, «viene Oviedo a la historia para ser cabeza de una gran empresa, impregnada de neogoticismo germano hispano, y por tanto, de catolicismo, de germanismo y de romanismo, es decir, de la cristiandad europea que estaba naciendo. Por algo (curiosa coincidencia) Oviedo viene a la historia al mismo tiempo que el imperio carolingio, otro de los creadores de Europa».
Pero no será , de entre los enclaves surgidos de la España visigoda, el reino asturiano, el único en usar como lábaro y emblema de combate de la reconquista el símbolo de la cruz patada, también en Aragón se repite un proceso restaurador semejante al asturiano, y además la imagen con que tradicionalmente se representa esa cruz en monedas y demás emblemas es de cruz griega con brazos trapeciales y enmanganado, un pequeño astil para empuñadura. Símbolo que se perpetúa en el actual escudo heráldico del reino de Aragón junto a cuatro cabezas de moro cercenadas y ensangrentadas, histórico emblema que cuando esto escribo, los representantes parlamentarios aragoneses trabajan por eliminar, siguiendo el ejemplo del cabildo de Santiago, que renegó publica y vergonzosamente hace unos años de su santo patrón, Sant Yago Matamoros, patrón de la caballería neovisigótica en su lucha contra el invasor musulmán quien según la leyenda también portaba una cruz de similares características, emblema de una importante Orden Militar castellana.
De igual forma es la cruz de Sobrarbe. «Todos ellos testimonios evidentes de lo enraizada que estuvo en toda la España cristiana la tradición visigoda, y como todos los focos de reconquista buscaban restablecer ese mismo lábaro que por una parte testimoniaba su fe ante el invasor y por otra justificaba su legalidad encadenándose a lo visigodo».
Terminando con Gonzalo Menéndez Pidal recordemos que «La cruz como lábaro del ejército real fue adoptada por reyes de Asturias y Aragón (utilizada como emblema de León hasta el siglo XII y por Castilla hasta el XIII). Para ello hay que admitir una mínima continuidad, pues sólo los visigodos entre todos los pueblos germánicos, habían tenido la cruz por insignia; y el que las huestes asturianas se lanzasen al combate bajo el mismo estandarte de los ejércitos reales del Toledo visigótico, habla bien a las claras de cómo en Oviedo alentaba un ansia de continuidad. Las minuciosas rúbricas del Liber Ordinum seguían rigiendo las ceremonias con que en el aula regia del Naranco, a las afueras de Oviedo, se despedía al ejército reconquistador, igual que antes de la invasión musulmana habían regido la despedida del ejército hispanogodo en la basílica pretoriana de los arrabales toledanos.
Por eso Alfonso III traerá de su campaña toledana como preciado botín, una cruz con su lignum crucis; tal fue el lábaro de los reyes godos y tal reliquia había de constituir ahora el alma del regio lábaro alfonsí. Por eso, la cruz acabará figurando en Asturias (y por ende en León, Castilla, Aragón) como emblema real. Y por eso, según rúbrica visigótica se esculpirán protectoras cruces sobre regios palacios y fuentes. Porque en toda la vida de los renacientes reinos cristianos habrá constante deseo de mantener la peculiar tradición visigoda, y conforme prescribe el viejo Liber ordinum se seguirán ofreciendo coronas a los altares, y conforme a las mismas rúbricas se seguirá asistiendo a los moribundos. Y no acabaremos de comprender los marfiles de San Millán si olvidamos esto, porque aún la pintura y la literatura románica de los siglos XII y XIII seguían recordándolo.
Recordemos nosotros por tanto, ahora, como la Reconquista empezó siendo una empresa sentida como guerra visigótica, guerra con la que se deseaba restablecer la continuidad de una tradición toledana, y donde no se daba otra variante sino la de que antes del 711 los españoles impetraban de Dios».
Los hijos del primitivo reino visigótico de Asturias, organizados luego en León y posteriormente en Castilla, como también los no menos originalmente visigodos de Aragón, Navarra y Cataluña, siguieron utilizando años después la cruz visigoda como lábaro en la Reconquista europea de la península ibérica, constatando orgullosamente con ello al modo germánico cuales eran sus gloriosos orígenes, y cuales sus objetivos. La cruz fue sustituida por leones y castillos, las ceremonias y escritura visigótica fueron tenazmente abolidas por las autoridades religiosas desgotizadas, aunque no muchos otros modos y costumbres bien arraigadas en la población hispano-goda, pero las viejas piedras de los templos, los antiguos estandartes y las armas de los guerreros que hicieron posible la recuperación de la tierra que había sido del reino de Toledo mantuvieron bien visible para el que quisiera verlo, cuales y de que origen fueron los símbolos que animaron la Reconquista. Símbolos que todavía hoy, ocultos entre la confusión y el olvido, nos muestran un legado y una herencia que algún día habrá que recuperar, para poder iniciar una cada vez más necesaria nueva Reconquista.
E. Monsonis